sábado, 7 de abril de 2018

Perdón


               
[de  internet]

            “Al montarnos en el último autobús, ya éramos novios. Al bajarnos, me diste el anillo. Ya no hay ni un tú ni un yo, me dijiste, y tuve la certeza de entender a qué te referías. Habías trenzado el sedal para formar un circulito que me pusiste en el dedo. El anular izquierdo, vena amoris, llega directamente al corazón, me susurraste. Era un anillo de sedal transparente, firmemente trenzado y de puntas afiladas, y después de ponérmelo, lo ajustaste y le hiciste un nudo. El sedal de pesca es lo más fuerte que hay, me dijiste, y luego lo cortaste con los dientes. Te metiste mi mano entera en la boca. El sol estaba desapareciendo y la sal ya empezaba a picar sobre la piel. Noté enseguida que era un anillo incómodo, un anillo que iba a molestarme, pero tú decías que era fuerte, más fuerte que el oro, más fuerte que la sangre, que no había ni un tú ni un yo. Este anillo no se romperá nunca, esas fueron tus palabras y tuviste razón. Así fue como nos prometimos, con un sedal. Y recuerdo aquel día. Recuerdo cómo nos hicimos mayores el uno al otro. Cómo insistimos en no ser una casualidad. La primera noche. Las primeras palabras que siguieron. Cómo ya nada parecía casual.”




Perdón, de Ida Hegazi Høyer -2014-