lunes, 1 de junio de 2015

Arena y tiempo


[de  internet]

“Mi idea era un parque para adultos. Un lugar exterior urbano, sencillo y realista. Con sus bancos de lectura donde detenerse a reposar en los ratos robados a la oficina. La novedad principal era que contenía un bosque de relojes de arena, de escala humana, que al girarlos te concedían un tiempo de abstracción.
Podía servirte de aviso y cuantificación del tiempo, pero también de evasión. Es lo que me gusta de los relojes de arena, que reformulan una idea de ansiedad ante el transcurso del tiempo y transforman ese proceso inevitable en algo visual. En realidad éstas eran las palabras que pensaba utilizar en mi presentación del día siguiente. Yo me hubiera limitado a decir que me gustan los relojes de arena, me gustan porque señalan el verdadero sentido de la vida, que no es otro que la sumisión a la ley de la gravedad como esa arena que cae del bulbo superior al inferior en los relojes de cristal. La idea del jardín era enseñarte a valorar con precisión lo que eran tres minutos. Así empezaba mi charla: ¿acaso alguien se ha detenido a pensar sobre lo que son realmente tres minutos?
[…]
Mi jardín persigue devolver el valor de nuestro tiempo, hacernos reflexionar sobre la disposición del tiempo. Reparé en que el director del congreso, sentado en su butaca, tomaba notas y parecía interesado en mi discurso. Por eso lo llamo «El Jardín de los Tres Minutos». Drei-Minuten-Garten, repitió Helga con una sonrisa complacida que me animó.”




Blitz, de David Trueba -2015-