martes, 25 de junio de 2013

Un hogar de libros


[de  internet]

“Las camionetas y furgones que traían a los vendedores de las editoriales empezaron a aparecer con más frecuencia por el brillante horizonte de los pantanos, hundiéndose de vez en cuando en el lodo a la altura del cruce, y siempre, sin remedio, cuando intentaban dar la vuelta en la orilla. Incluso en verano se trataba de un viaje complicado. Los que lograban llegar sanos y salvos eran un poco reacios a desprenderse de las novelas románticas y los libros de noviazgos, que eran los que Florence quería realmente, a no ser que accediera a quedarse también con un montón de esas novelas de cubiertas ligeramente envejecidas, que tenían el aire de una mujer a la que nadie ha solicitado nunca su favor. Su solidaridad tanto con los vendedores como con los libros que envejecían irremediablemente, la convertían en una compradora algo imprudente. Además los vendedores llegaban de tan lejos que ella no tenía más remedio que llevarles a la cocina y ofrecerles un té. Allí, con la esperanza de que tardarían todavía un tiempo en regresar a ese agujero dejado de la mano de Dios, los vendedores se podían permitir el lujo de revolver el azúcar y relajarse un poco.

[…]

En las tardes lluviosas, cuando se levantaba el mal tiempo, Old House se llenaba de visitantes extraviados y desconsolados. Christine, que decía que ponían la tienda perdida de arena, era implacable con ellos, y les exigía que decidieran qué querían comprar.
- Hojear libros es parte de la tradición de una librería –le dijo Florence-. Debes dejar que se queden y toquen los libros.”


La librería, de Penelope Fitzgerald -1978-


sábado, 15 de junio de 2013

Un cuerpo desnudo


[Marilyn Monroe, en la gala del 19 de mayo de 1962]

“Sólo le preocupa una cosa: estar presente en la gala en honor de JFK en Nueva York por su 45 cumpleaños. Marilyn ha encargado un vestido y ¡qué vestido! Diseñado y cortado por Jean-Louis, el mago francés que inventó la extraordinaria silueta de Rita Hayworth en Gilda. Marilyn sólo le ha dado una consigna:
- Hágame un vestido que sólo se atrevería a llevar Marilyn.
El creador ha diseñado un sueño: un vestido de un tejido tan ligero que parece transparente, una nube de seda. El tejido ha sido especialmente diseñado para la ocasión y, al colocarlo sobre Marilyn, Jean-Louis pregunta:
- ¿Irá desnuda, me imagino, miss Monroe?
- ¡Totalmente!
Hubo que superponer veinte capas de sedas sobre los senos y la entrepierna para evitar transparencias y se cosieron seis mil piedras del Rin, que centellean por todo el vestido. Dieciocho modistas trabajaron siete días seguidos. Es un vestido imposible de poner, hay que coserlo sobre el cuerpo de la estrella. Es decir: totalmente a medida de Marilyn.
- Hará que se despierten, ¿no? –dice gorjeando.
Jean-Louis sonríe para sus adentros.
El vestido costó 12.000 dólares, es decir, ocho veces más en dólares del siglo XXI. En 1999, subastado en Christie’s, alcanzará la cota de un millón de dólares.

Hace unos días que Marilyn sabe que cantará en el cumpleaños del presidente. Entrará en escena al finalizar el show extraordinario. Es consciente de lo que está en juego. Es el regalo de JFK. El extremo opuesto a Jackie. Por tanto, hará todo lo necesario para ser lo que la primera dama no es: provocadora, sexy, divertida.”




Marilyn y JFK, de François Forestier -2009-