martes, 26 de marzo de 2013

De verdades enmarcadas


[dando forma a las salas del MNAC]

“Los museos son malhechores. En general. Porque los cuadros se tienen que ver despacio y con ganas, y en los museos no se ven despacio y se ven como sino fueran cuadros ni nada, o se medio ven. Los museos son hoy tengo que ver los 602 cuadros del museo porque la entrada está pagada ya.
De hecho, durante los diez primeros minutos del museo, no hay problema para digerir lo que vas viendo, pero, a medida que pasan cuadros y pasan salas, tu cuerpo es incapaz de asimilar todo lo que mira y, de repente, ves cómo te empieza a salir una menina por la oreja o la propia Gioconda por la nariz.
Es entonces cuando sientes que tu cuerpo está minuciosamente descompuesto y que tienes que vomitar algo. Te acercas a un rincón del museo; al rincón del museo donde suele estar la silla del vigilante, concretamente. Y empiezas a vomitar (siempre tras comprobar, claro, que el vigilante es poco trabajador y aficionado a distraerse en el baño). Entre los despojos que van saliendo de tu cuerpo, ves 42 impresiones de 42 pintores impresionistas, 212 líneas rectas de 17 cubistas y algún reloj derretido.
Te sientes un cacharro y te prometes que no vas a volver a entrar en un museo grande. Entonces vuelve el vigilante del baño y te pide que, por favor, no te apoyes en la Nariz de Napoleón, y tú le dices que perdón, que estás algo mal y que no sabes casi ni dónde estás.
Vuelves al hotel, y en el hotel te dicen que ha muerto una tía tuya a tres mil kilómetros de allí, o que se está muriendo en el hospital. Entonces te das cuenta del tiempo que has perdido en el museo y de cuánto querías a esa tía y de lo feos que son los retratos de las damas del siglo, por ejemplo, XVI.”



Un tranvía en SP, de Unai Elorriaga -2001-


miércoles, 20 de marzo de 2013

Todo parece florecer



Canción de primavera

Desciende deslumbrante desde el pabellón rojo.
Cautiva, admira melancólica el abril.
Las flores la seducen en medio del jardín
y se le posa una libélula en la horquilla.

[de Liu Yuxi]


[de internet]


Lamentación íntima

La joven esposa sigue en sus estancias sin lamentar nada
hasta la mañana que, desde la torre, bien acicalada,
descubre de pronto sauces verdeando junto a la vereda.
¡Cómo se arrepiente de haberlo incitado a buscar honores!

[de Wang Changling]


[de internet]


Nieve tardía

En primavera, cuando nieva,
todo parece florecer:
en el jardín no se sabría
qué es un ciruelo de verdad.

[de Dongfang Qiu]





De la China a al-Andalus, edición de Ramon Dachs -2004-


jueves, 14 de marzo de 2013

Nada dura lo bastante



[Miguel  Fernández]



“Tendemos a desear que nadie se muera y que nada termine, de lo que nos acompaña y es nuestra querida costumbre, sin darnos cuenta de que lo único que mantiene las costumbres intactas es que nos las supriman de golpe, sin desviación ni evolución posibles, sin que nos abandonen ni las abandonemos. Lo que dura se estropea y acaba pudriéndose, nos aburre, se vuelve contra nosotros, nos satura, nos cansa. Cuántas personas que nos parecían vitales se nos quedan en el camino, cuántas se nos agotan y con cuántas se nos diluye el trato sin que haya aparente motivo ni desde luego uno de peso. Las únicas que no nos fallan ni defraudan son las que se nos arrebata, las únicas que no dejamos caer son las que desaparecen contra nuestra voluntad, abruptamente, y así carecen de tiempo para darnos disgustos o decepcionarnos. Cuando eso ocurre nos desesperamos momentáneamente, porque creemos que podríamos haber seguido con ellas mucho más, sin ponerles plazo. Es una equivocación, aunque comprensible. La prolongación lo altera todo, y lo que ayer era estupendo mañana habría sido un tormento.”



Los enamoramientos, de Javier Marías -2011-


jueves, 7 de marzo de 2013

Morir en casa ajena


[By the glass, de Florence Deygas]


“Los continentes poseen una línea divisoria de las aguas, un lugar misterioso a partir del cual los ríos deciden correr hacia el este o el oeste, el norte o el sur. El cuerpo humano posee una línea divisoria del champán, una geografía aún más misteriosa a partir de la cual el dorado brebaje deja de correr hacia la inteligencia para remontar en dirección a Dios sabe dónde.”



Ordeno y mando, de Amélie Nothomb -2008-


viernes, 1 de marzo de 2013

La gran farsa




[Jackie y John Kennedy]


“No rechaza que la mujer sea la instigadora de una cita; de hecho, considera que un contacto visual, una sonrisa o un saludo constituyen una “instigación”. Del mismo modo, nuestro hombre no es en absoluto reacio a ser el primero en proponer sexo: suele ser su modus operandi. Pero descubre que está prisionero. Las toxinas sexuales circulan con una abundancia vertiginosa y le producen cefaleas, náuseas y espasmos musculares, y la visión ocasional de una mujer físicamente atrayente libera en algún punto interior una espita que vierte más fluidos en su organismo y le inflama el conducto genital, ya tumefacto; en consecuencia, el cirujano que le operó de la próstata le receta una breve serie de antibióticos para evitar la infección del tracto urinario, y el doctor Curalotodo, por su parte, le aconseja que el mejor remedio es la eyaculación, no mediante un simple onanismo, sino a través de un proceso de plena relación sexual con una compañera estimulante, como el único método eficaz de liberar los jugos supurantes que llevan acumulándose semanas seguidas.
El doctor Curalotodo es el único de sus médicos que comprende que el paciente sufre un síndrome de abstinencia, un diagnóstico de adicción.”



Un adúltero americano, de Jed Mercurio -2009-